es un terciopelo estrellado
el que no deja de ver lunas,
el papel escrito cada noche
permite anexar cada caricia
de los ojos que brillan con temor,
se esconden bajo el parpado,
a lo lejos, al final,
las luces chocan entre si
soltando chispas que son lagrimas,
melodias que se vuelven consuelos
sin suelo y descalzas se han abrazado,
lanza el martillo hacia su rostro,
rompe el cielo, desgarralo,
corta una esquina y engrapala a tus pies,
envuelve la vida con esa sabana y
suelta pasos al azar,
colocaste la espina en tu paladar,
torpe no seas, la noche te la puede quitar,
tus gritos serán derramados como
el movimiento que hiciste al cerrar la boca,
tus pies que cesen de bailar,
tendrás astillas, clavadas en tu mirada,
pero eso no detendrá la busqueda de lo que te toca.
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