Aquel hombre sin tiempo no es nada,
y, el cortar sus parpados dormido
no es tan atroz como romper el tiempo,
pues suena un pensamiento fallecido.
Aprecio en los gritos nuestra locura,
en el silencio viertes la conciencia,
por esos labios baila la tristeza
esperando llorar sin compañia.
Te regalo mis ojos de arena,
el mundo, la realidad, una escencia
que precede en grande ante mis sentidos,
no bailes sobre cuerdas, no más llantos.
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